Miren, mi gente, ya no estamos en los tiempos de Don Ramón donde todo era fiado (¡y nunca pagado, oiga!). Hoy la cosa es más tecnológica que el chipote chillón. Si quieren que su tiendita no se quede como la vecindad del Chavo, hay que modernizarse. Y la mejor forma de hacerlo es aceptando pagos con tarjeta y QR. Sí, ¡como lo leen!
1. ¡Más ventas, sobrinos!
Si el cliente no trae cambio, pero sí tarjeta o su celular con saldo… ¡ya la hicimos! Así no se te va nadie nomás porque no trae efectivo. Hasta gastan más, como cuando vas por una coca y sales con botana, pan y hasta una recarga, ¿a poco no?
2. Cliente contento, regresa pronto
El que paga rápido, no se desespera. Con QR nomás escanea, aprieta y ¡órale! En menos de lo que canta un gallo ya está pagado. No hay que andar buscando monedas ni rompiendo el cochinito.
3. Menos robos, más tranquilidad
Ya no hay que andar con la caja llena de billetes como en feria del pueblo. Con pagos con tarjeta y QR, el dinero se va directo a tu cuenta, bien seguro y sin sustos. Como diría el Chapulín Colorado: “¡Síganme los buenos!”
4. Ahorro, chamacos, ahorro
¿Saben cuánto cuesta llevar el dinero al banco, perder tiempo contando monedas y hasta equivocarse con el cambio? Mucho. Y con QR ni máquina necesitas, con el celular lo armas. ¡Es más barato que las papas de dos pesos!
Los morros de hoy nomás traen el cel en la mano. Si tu tienda acepta QR o tarjeta, ¡les vas a caer rebién! Y hasta te etiquetan en las stories, como si fueras influencer del barrio.
6. ¡Premios y promos, papá!
Con pagos modernos puedes hacer rifas, dar puntos, armar promos por fechas especiales… ¡lo que sea! Y como todo queda registrado, hasta sabes qué vende más. “¡Eso, eso, eso!” diría el Chavo.
7. Para donde te muevas
¿Que vas a vender en el tianguis? ¿O que tienes pedidos a domicilio? ¡También se puede cobrar con QR, nomás llevas tu cel y el letrero, y vámonos recio!
¿Entonces qué, mi gente?
No se me queden como el Botija viendo pa’ arriba. Modernizar su tiendita con pagos con tarjeta y QR no es cosa del otro mundo. Es más, es como ponerse la capa del Chapulín Colorado: con estilo y pa’ protegerse. Así que a ponerse pilas, que el cliente moderno no espera. Y si no me creen, ¡pos ándenle, no contaban con mi astucia!
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