Chamacos, si hay algo que vale oro en el negocio, es la lealtad de los clientes. ¿Y cómo la conseguimos? No es magia ni brujería, es puro colmillo y buen trato. Aquí les dejo unos tips bien chidos pa’ que su tiendita sea la favorita del barrio y sus clientes no se vayan con la competencia.
¿Te imaginas entrar a la tienda y que te digan “¡Qué pasó, mi Juanito! ¿Lo de siempre?”? ¡Pos eso! Apréndanse los nombres de sus clientes, recuerden qué compran y trátenlos como de la familia. Como diría el Chavo: “¡Eso, eso, eso!”.
Premia a los que siempre vuelven
Si el compadre viene seguido, échale un descuentito, un dos por uno o un sellito en su tarjetita de cliente VIP (aunque sea de cartón, pero que sirva). La cosa es que sepa que le conviene regresar con ustedes y no con la tienda de enfrente.
No dejes que falte lo que buscan
Si la doña viene por su azúcar y no hay, ¡te va a cambiar por la tiendita de la esquina! Así que ojo, revisen bien el inventario pa’ que no les pase como al Chapulín Colorado: “¡Se me chispoteó!”.
Ofertas que hagan ruido
Manden mensajitos por WhatsApp con promociones o pongan un cartel bien llamativo: “¡Hoy el jabón está más barato que los chismes de la vecina!”. La gente ama los descuentos, sobrinos, no hay pierde.
Que sea fácil comprar
No hay que hacerle la vida difícil al cliente. Si quiere pagar con tarjeta, que se pueda; si necesita que le apartes algo, pos va. Que entrar a tu tienda sea más fácil que abrir una bolsa de papitas sin que se vuelen todas.
Usa la tecnología, aunque no seas de la NASA
Ya no estamos en los tiempos de Don Ramón, ahora hay que entrarle a la modernidad. Si puedes tomar pedidos por WhatsApp o mandar promos en redes, hazlo. Nomás no vayas a andar mandando stickers raros como el tío que apenas aprendió a usar el teléfono.
Haz que la tienda sea un punto de reunión
Aparte de vender, haz que la gente se sienta parte de algo. ¿Una rifa de fin de mes? ¿Un concurso de cuántos chicles caben en la boca? ¡Algo divertido pa’ que todos se enteren de que tu tienda es la mera buena!
Chamacos, un cliente fiel vale más que mil curiosos. Así que pónganse las pilas, traten bonito a la gente y verán cómo su negocio se convierte en la sensación del barrio. ¡Ahora sí, a vender como si fueran tortas en quermés!